lunes, 29 de julio de 2013

Tratamientos de fertilidad... y algo más

[Segundo apunte aclaratorio tras mi columna en Grupo Noticias de ayer. En el primero, reflexionaba sobre lo que yo entiendo como linchamiento a la ministra Ana Mato. Aquí voy al fondo del asunto... más o menos]

Lo diré del tirón: no creo que los tratamientos de fertilidad deban ser financiados por el sistema sanitario público. Añadiría que en ningún caso, pero por no pecar de soberbia generalista, matizaré que dejo un margen para aquellas situaciones que, aun siendo incapaz de imaginarlas, no discutiré si alguien con criterio me razona que responden a una necesidad terapéutica. A partir de ahí, e independientemente de circunstancias vitales, sentimentales o de opciones sexuales, negaría cualquier solicitud. Hasta a mi, que la acabo de escribir, me parece una frase tajante y altamente impopular que tal vez debería haber dulcificado. ¿Cómo se puede ser tan inhumano, habiendo posibilidad científica, de negar a alguien la oportunidad de realizarse personalmente con la maternidad y/o la paternidad? Me temo que seguiré por el camino de la aspereza formal: pues del mismo modo que se le niega una operación de miopía a alguien que no ve tres en un burro o una dentadura postiza a una viuda que cobra 460 euros al mes. Igual igual que a alguien con una enfermedad degenerativa galopante se le da cita para cuando probablemente no haya nada que hacer. No es que no llegue para todo, es que no llega para casi nada. Lo sorprendente es que a la hora de establecer prioridades haya quien defienda, aunque sea tácitamente, que los que siempre se han jodido tienen que seguir jodiéndose porque su causa es menos fotogénica, menos mediática o no ha encontrado unos finísimos paladines que inventen palabros para defenderla.

No sé si caemos en la cuenta de que esta realidad que tanto nos cuesta aceptar, que nos hace protestar, reivindicar y patalear hasta la extenuación, era una cuestión totalmente asumida por las generaciones anteriores. Mi difunto padre y mi madre antes de que se le fuera la cabeza, por ejemplo, ya sabían que la vida en general es una sucesión de inmensas putadas — y satisfacciones, no nos pongamos tremendistas— con las que no queda otra que apechugar. Por descontado que hay que hacer frente a las injusticias y no dejarse doblegar por quienes nos las imponen, pero en muchos casos, la adversidad viene sin que la traiga ningún malnacido. Y sí, en esta parte del mundo y por una serie de acontecimientos históricos y azares en los que merecerá la pena entrar en otro momento, es cierto que disponemos de un Estado que debería tender a amortiguar los golpes y a hacernos la existencia más llevadera... en la medida de lo posible. Sin embargo, si no hubiéramos reducido a polvo nuestro índice de tolerancia a la frustración, tendríamos muy claro que hay un puñado de morlacos con los que debemos vérnoslas sin la ayuda de la autoridad competente. Ser bajito y rechoncho como servidor, que a uno lo quieran más o menos, carecer de aptitudes para escalar el K-2, no encontrar la media naranja o el cuarto de melón, encontrarlos y perderlos al rato siguiente, no tener una polla como una olla o unas tetas de escándalo... En todo eso y en muchísimos otros reveses bastante más graves no puede —y quizá no deba— entrar ningún gobierno.

Volveré a sonar desagradable: no tener hijos deseándolos es uno de esos infortunios de los que no cabe pedir cuentas a la administración. Si pensamos que sí, como veo a mi alrededor, será difícil fijar límites. No habrá cuita cuya resolución urgente no se reclame como derecho inalienable... e imposible de cumplir. Ya no hablamos de política ni de ideología, sino de algo más primario, de esa vida —vuelvo a insistir— que nos sonríe durante un segundo por cada quince que se descojona de nosotros.

Como se habrá comprobado, en esta reflexión zigzagueante he vadeado el pantano del género y la identidad u orientación sexual. Sinceramente, creo que no procede mezclarlo en este debate, que afecta a todas las personas y no solo a unas cuantas. De hecho, sostengo que una de las grandes torpezas —o pensando mal para acertar, una de las actitudes intencionadamente perversas— de Ana Mato y el Gobierno del PP ha sido aprovechar el viaje para castigar los modelos de relación que se salen de su ideario. Pudiendo haber optado por la supresión de todos los tratamientos de fecundación asistida, ha decidido mantenerlos únicamente para los matrimonios establecidos de acuerdo a la (rancia) tradición. Quiero anotar que eso no se me escapa y que me parece deleznable por dos motivos. El primero, por la estrechez mental y la injusticia que manifiestan. El segundo, porque ha enmerdado lo que debería haber sido un enriquecedor intercambio de opiniones sobre los servicios públicos deseables y los posibles, sobre el tipo de ciudadanos en que nos estamos convirtiendo... y sobre la vida, que tantas veces he mencionado en estas líneas.

Intuyo que de aquí saldrán unos cuantos apuntes más.

10 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo (para variar, y aunque sea políticamente incorrecto, y no sea muy partidario de la Señora Mato, que digamos).

    Conseguir mediante sofisticadas y costosas técnicas ser madre, seas gay o hetero o mediopensionista, no es un derecho universal relacionado con la salud, creo yo. Se refiere, más bien, a una querencia o voluntad personal, porque se puede ser perfectamente ciudadana de pleno derecho sin ser madre. Y, suponiendo que sí lo fuera, suponiendo que la maternidad contra tus condiciones "naturales" sea un derecho principal a preservar, digo yo que hay niños y niñas por adoptar a patadas por esos mundos de dios, sin necesidad de pagar entre todos costosímos y complicadísimos procedimientos médicos.

    Hay mil prioridades médicas, de salud, antes de acoger los tratamientos de fertilidad o fecundación artificial en la seguridad social, en mi opinión.

    ResponderEliminar
  2. Pues nada: no financiamos que la gente tenga hijos hoy y a ver quién te paga a ti la pensión de aquí a unos años.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me temo que por muchos hijos financiados que tengamos, mi pensión está jorobadilla. Y eso que ya llevo cotizados 23 años y pico y me quedan otros tantos para la jubilación.
      La coartada de la natalidad es el gran timo de la estampita. Porque claro, aquí hay que financiar hijos biológicos, faltaría más, que los otros dan repelusito, ¿verdad? Si la cuestión es el relevo generacional, este mundo está superppoblado.
      Y una cuestión final: anonimato no, por favor. Poned aunque sea un alias o un nombre inventado.

      Eliminar
  3. Una vez escuché decir a alguien que tener hijos era la mayor expresión del egoísmo humano. Hijos para perpetuarnos en el tiempo, de los que sentirnos orgullosos. Hijos que a poder ser se parezcan físicamente a nosotros y para tener a alguien que nos cuide cuando seamos viejos. Darles nuestro apellido y a veces hasta nuestro nombre. También conozco a alguien a quien le llegaron a decir que para quedarse embarazada necesitaba una intervención quirúrgica en la ¡cabeza! y se lo llegó a pensar dos veces. Me he metido en más de un jardín discutiendo con gente que te cuenta, hundida en la miseria, que el médico les ha dado “la peor noticia que les podían dar” pero que no van a rendirse aunque tengan que visitar a todos los especialistas y probar con todos los tratamientos, aunque se dejen los ahorros que tienen y los que no en ello. Se te ocurre comentarles (si hay confianza, claro) que los tratamientos suponen una carga hormonal brutal para la futura madre con muchos efectos secundarios a corto, medio y largo plazo. Ya si la confianza es mucha, incluso te atreves a sugerir que la conexión entre terapia hormonal y posteriores procesos cancerígenos igual no está científicamente demostrada pero que conoces demasiados casos para que sea casualidad. Se te ocurre proponer el plan B de la adopción, que también cuesta un tiempo y una pasta pero no pones en riesgo la salud de nadie y haces feliz a tres personas, y entonces la reacción automática es arrearte con un “si tu tuvieras algún instinto maternal, lo entenderías perfectamente” curiosamente, por lo general, de boca de un tío, y tú te callas porque si dices lo que piensas acabarás perdiendo las formas, los papeles, la credibilidad y ponedme aquí un enlace a la entrada de Ana Mato para explicar el resto ;)

    Pensiones decís? jajaquerisa...

    ResponderEliminar
  4. Ángela: Otro de los apuntes que tengo en la cabeza, derivado de este, va sobre lo que comentas: lo del egoísmo que hay en la procreación. Se da por hecho que el bebé está encantado de venir... Me tengo miego miedo, porque ahí puede salir mi parte más tremendista...
    Respecto al instinto maternal o paternal, en fin... Yo diría de mi que lo tengo y cada vez más desarrollado... aunque sospecho que es más una percepción que una realidad.

    ResponderEliminar
  5. Solo un apunte. Los tratamientos de fertilidad no solo van dirigidos a personas con problemas de fertilidad; también hay muchos casos en los que alguno de los progenitores tiene alguna enfermedad genética y se somenten a un tratamiento de DGP para no arriesgarse a condenar a su hijo/a a tener la misma enfermedad, que en algunos casos puede a llegar a ser muy grave. Quiero decir que cada caso es un mundo y todos merecen el mismo respeto, porque querer ser madre no es un capricho. Igual que no lo es la dentadura postiza ni otros de los ejmplos que comentas. Curiosamente, no llegará para todo (por cierto, ahora mismo en Euskadi solo se conceden tres intentos) pero para otras cosas sí que llega.
    Sobre la adopción, puede haber casos de personas que lo han intentado y a las que se les ha denegado por una situación familiar x.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A lo que dices en la primera parte me refería yo cuando hablaba de casos que seguramente gente con criterio me demostraría que son necesarios. Gracias por hacerlo.

      Eliminar
    2. Claro, es que ahi está la diferencia de base. Con todos mis respetos, yo si opino que ser madre/padre es un capricho (muy respetable también). Comer, sin embargo, no lo es, volviendo al ejemplo de las dentauras postizas.

      Eliminar
  6. Pues un apunte de ese calibre y mas viniendo de un padre, será muy interesante de leer. Yo no tengo hijos pero tengo dos sobrinas por las que mato y muero, pero porque las conozco. No acabo de entender el concepto de querer a alguien antes de que exista... que no es lo mismo que querer que alguien exista... Pues eso, que todo tuyo ;)

    ResponderEliminar
  7. a todos los que decis que no debería de financiarse, espero que todos tengáis hijos y no hayais tenido problemas para tenerlos, ahora os voy a explicar lo que pasa una persona "egoísta" que quiere tener hijos y por la razón que sea no puede:
    primero, te sientes terriblemente mal como mujer porque no consigues quedarte embarazada, lo que conlleva un posible deterioro de la pareja porque no te entiende, segundo, te hinchan a hormonas por privado claro,porque no quieres esperar mas del año largo que ya llevas hasta que se considera que tienes un problema,año por cierto en el que sigues cotizando a la seguridad social bastante mas de lo que cuesta un tratamiento de fertilidad,o es que acaso no pagamos los tratamientos porque los da la s.social, tercero, si no lo consiques por privado, gastas todos tus ahorros porque cuando vas por privado la seguridad social no te paga ni los medicamentos, te vas a la s.social en la que te vuelven a hacer toooooodas las pruebas y vuelves a estar como poco otro año o dos mas, en el que sigues cotizando claro, y si tienes suerte, después de 4,5 o 6 años desde que decidiste ser madre lo consigues,pero claro, eso la gente que no tiene ningún problema para tener hijos y los tiene a la primera no lo entiende, es mas fácil decir que los egoístas somos nosotros porque quiero que mi hijo lo pague el estado, porque si tu te tienes que operar de algo no lo pagamos todos,verdad?
    pues sabeis una cosa, que yo tengo 32 años y llevo cotizando a la seguridad social desde que tenia 16, y que considero que he pagado de sobra el tratamiento para conseguir mi sueño de ser madre, y que además le he dado una gasto insignificante durante todos estos años, porque tengo un seguro privado, y ni siquiera me molesto en ir a por una puta receta de medicamento,voy a la farmacia lo compro y punto, asi que si vosotros teneis derecho a ser tratatos, operados y atendidos por la seguridad social,las personas que no podemos tener hijos tenemos el mismo derecho al tratamiento, y si nos lo deniegan lo reclamaremos y llevaremos hasta el final para conseguirlo y al que no le guste, mala suerte

    ResponderEliminar